lunes, 23 de noviembre de 2015

Memorias

No hace falta decirlo, pero lo voy a hacer igual. El motivo por el que no escribo hace tantos días es que me costó arrancarme al demonio de la piel. Lo tenía impregnado como brea, era aceitoso y sólo era posible desprenderlo con una mente fuerte, ágil e investigadora.
Para todo eso me ayudó el monstruo. Se colocó detrás de mi, como cuando se encomienda este tipo de misiones con mi ser, y clavó sus garras en mi espalda, hasta atravesarme. Tomó posesión de mis brazos y lo hizo.
Buscó, pero no necesitó ir en profundidad por el mismo motivo que ya mencioné alguna vez: los humanos no estamos capacitados ni preparados para saberlo todo. Pero con lo que vi fue suficiente para querer terminar con la tarea, con la misión, y matar al demonio.
Así que en el camino había un imprevisto... un pequeño ser sin alma corrió a abrazar sus destrozadas alas, con un calor que sólo los seres sin alma emanan, porque al contrario de lo que se cree, las temperaturas llegan a niveles elevados en ellos. Un sentido de la corrupción, propio de los demonios, dejó que todo adentro de su débil voluntad lo invadiera. Pero un pequeño acto de humanidad le permitió decirme adiós antes de que yo llegara al final del laberinto.
Destrozada, no pude para de llorar. Tenía esperanzas de llegar a agarrar el premio o el castigo con él. Y no sólo no fue así, sino que ciegamente para irme de allí volví a seguir sus reglas. Está tan mal todo.
Lloré y lloré, un nuevo mar contaminó este planeta. Para olvidarme de eso, probé los labios de un joven ser sin alma para ver qué se sentía. Son deliciosos, pero no llenan mi vacío emocional.
Y desgarré mi alma, viví como un ente, me sumí en la oscuridad, me revolqué abrazada a la almohada, mordí mi lengua, sentí cómo se rompió mi corazón en dos pedazos, mi corazón que ya se había reparado antes de una manera impecable y sin cicatriz; creí que todo el mundo se venía abajo y que no iba a querer más nada en la vida más que abrazar esas alas hechas jirones. La depresión se apoderó de la corteza de mi cerebro y se escurrió hacia las partes más profundas. Esperé cruzarme al demonio con ese ser sin alma para tener excusas para estar enojada, pero no las encontraba. Hasta que sucedió.
Deshecha sobre el borde del escritorio, con la computadora prendida intentando estudiar, pero con la cabeza hundida entre mis brazos sin poder hacerlo, daba una imagen absolutamente bañada en la oscuridad de la tristeza. No noté que a mi costado la silla se movía, y algo se acercó lentamente mirándome fijo, sin sonrisa. El llanto no me dejaba ver ni darme cuenta que algo acariciaba mi espalda, algo con unas garras grandes pero que no me dañaban. El monstruo se acomodó de pie detrás de mi silla, y con delicadeza comenzó a clavar sus garras en mi espalda. Sentí un dolor insoportable, pero no tanto como el dolor del corazón, así que era un hecho opacado por mi tristeza. Dejé que siguiera clavándose en mi, no luché, pero lo sentí recorriéndome por dentro, extendiendo sus brazos por dentro de los míos, y dándome mezclas de frío y calor bien marcados por toda mi médula espinal. No me abrazaba, pero sentía que lo hacía. Y cuando el monstruo completó la posesión, lo hice.
Mis ojos se abrieron ampliamente. Me trasladé, aun no se como, al ventanal del cerro del demonio. Aparecí allí, y miré, vi. Ahí fue cuando descubrí al ser sin alma rodeado por las alas deshechas de mi demonio. De ese demonio que me había sacado del laberinto unos días antes con excusas idiotas. No era mi demonio evidentemente, había algo más, alguien más, y ese ser sin alma parecía ser el motivo.
Pequeño y bello ser sin alma, parecido al que probó mis labios de néfilim, ¿qué podrías darle vos? No entiendo sinceramente... no entendí. Mentiras, engaños, máscaras, pero el demonio quiere eso. ¿Quiere eso o está siendo engañado? Como sea, no es momento de pensar en eso.
La ira me invadió. Así que ese era el motivo... o por lo menos todo indicaba eso. No me importaba comprobarlo, sólo decidí que mi misión era matar al demonio, la misión desde el día 1 en que apareció el monstruo. Vino para que hiciera eso, y no era necesario tanto sufrimiento para poder llegar a esta conclusión. O bueno, parece que sí, porque la sangre y amor humanos que recibí me hacen vulnerable a las tentaciones y pasiones de las personas.
Recuerdo que ese día recurrí al vampiro. El vampiro me dio sabios tips de venganza, me indicó cómo empezar un camino que acabaría necesariamente en la muerte del demonio. El sabio vampiro supo cómo calmarme en ese momento y evitar que cometiera locuras innecesarias; los planes debían ser inteligentes, y él estaba dispuesto a enseñarme, pero con la condición de verme. No tuve problemas; todavía tengo que recibir sus colmillos en mi cuello, y al decir esto estoy adelantando el hecho de que finalmente no fui a aprender nada y ya comprendí qué clase de asesinato el monstruo busca que yo cometa.
Un humano fue el que me dio el secreto. Y se los cuento otro día.

lunes, 16 de noviembre de 2015

¿No cometer el mismo error... o empezar a cometerlos todos juntos?

Hoy llegó el día y ocurrió lo que tenía que pasar. El demonio murió.
Siento que le debo lágrimas todavía. Esperen, ya no.
Creo que me debo despedir de este tipo de cosas. Fue bueno mientras duró, siempre fui fiel a mi, pero mis historias morirán conmigo.
Comprendí que el monstruo no me poseyó, sino que siempre fue parte de mi y lo había abandonado. Él volvió, y lo tuve que escuchar desde siempre. A partir de hoy, lo voy a oír siempre; esta conmigo, en la salud, en la enfermedad, en la riqueza, en la pobreza, en la vida... y en la muerte se va conmigo. Ya soy adulta. No puedo estar mal por la partida de un demonio. Ya me hice amiga de un íncubo, no quiero seguir sumando a mi lista de amistades a seres del inframundo.
Hoy siento que no gané nada, pero se que con el tiempo todo se va a reparar, todo va a volver a su lugar. Bloqueé todas las entradas al laberinto. Lo que no bloqueé fue el ventanal del cerro. Quiero que mi fuerza de voluntad por sí sola no me lleve allí.
También me quiero alejar del íncubo. Ya no quiero su amistad.
Ya no quiero ser demasiado buena ni totalmente perfecta. Hoy, mi néfilim espíritu inclina la balanza hacia mi lado oscuro. Espero que signifique diversión, hasta que aparezca alguien, o algo, que esté totalmente dispuesto a dar todo por mi y ponerme en primer lugar siempre.
Mientras me voy... me voy lejos. No te llegué a conocer realmente. Es mas de lo que puedo soportar. El íncubo me deja por una criatura, el demonio por arrojar piedras... en llamas... y otras cosas... para nadie fui crucial ni principal.
Ésto tiene que cambiar. Una humana con poderes todo lo puede, una néfilim todo lo puede. Sólo que aun no sabe como.
Mi alma se encuentra desgarrada, mi corazón hecho pedazos, pero se que se va a recomponer. Siempre sucede eso. Y va a estar listo para dar todo de nuevo, para bombear todos los litros de sangre correspondientes hacia una sola dirección. Pero eso va a ocurrir después de que alguien merezca que me saque mi nueva armadura. Mas fuerte que el adamantium. Mas negra que el monstruo. Y mas suave que la seda. Nadie me la va a arrebatar, pero espero que algún ser sea merecedor de que me la quite por el, que me haga sentir segura para descubrir mi corazón y que una espada se clave en él.
Hoy, me voy... me voy lejos... no quiero más.
Adiós, demonio. Yo podría haber sanado esas alas y haberte acompañado a lo más alto que podías, y llevarte más allá aun. No quisiste... no fui lo suficientemente importante para acaparar tu real atención. No te lamentes en el futuro. O sí. Quizás el camino me vuelva a cruzar con vos, o con el íncubo incluso. Pero hoy no quiero. No quiero más.
Te amo y con dolor; pero adiós.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Néfilim

Y al final, el demonio se presentó. Creí que solo se trataba de palabras, que eran mentiras y que en realidad esas cosas no existían. Como lo había previsto, era preferente tener mil vampiros de toda raza rodeándome, que tener a un demonio acercándose seductoramente.
El demonio se manifestó, en su forma más horrible. Tomó forma humana para entrar en confianza, venir hacia mi y rasgar mi alma. Lo que no sabía era que el monstruo ya la había empezado a rasgar, y que en cada una de las heridas había dejado su oscuro resplandor incomprensible, que me dotaba de muchas cosas, incluso de un sentido aparte que me indicaba las cosas tal como iban a suceder, o como sucedieron y se me había ocultado.
La forma humana era bella, amable, acariciaba mi rostro con pétalos de rosas rojas, me prometió eternidad... ¿cómo iba a sospechar yo de semejante criatura de aspecto inocente? Una vez más, pequé de prejuzgar. Al monstruo por ser horripilante, al demonio por ser bello... los vampiros no son así, por eso ahora me agradan, no tienen que fingir ser otras criaturas.
El demonio, con su aspecto humano, logró enredarme en el medio de sus laberintos más oscuros. No necesitaba saber qué había al final, si un Minotauro hambriento de mi carne o la Copa de los Tres Magos; lo que importaba era llegar a la meta, y al pie de la letra seguí todas sus instrucciones, con fidelidad y confianza ciega, y llevándome por lo que había aprendido previamente en anteriores laberintos. Nada podía hacerme descarrilar del camino, ni pensar de otra manera, y las paredes de la trampa me parecían bellísimas, un disfrute de la vida, algo que valía la pena recorrer lentamente y tocando todo a mi alrededor con las puntas de los dedos. Nada podía alejarme de ese sentimiento de alma llena, de estar haciendo las cosas bien en la vida, de que iba a morir en algún momento pero habiendo sentido lo que es perderse en el laberinto de un demonio que se domó sólo para mi... nada podía cambiar mi meta... ¿nada?
Un día me di un tour por fuera del laberinto. Algo me decía que tenía que hacerlo. Recorrí el mismo infierno, encontrándole la belleza a todas las cosas. Tenía un estado al cual sinceramente no se cómo había llegado, pero me hacía encontrar todo hermoso. Quizás era un nivel más alto del infierno, porque allí veía gente que esta viva aun.
Sola, me dirigí a la cima de un cerro. No era una montaña, allí las hay, pero estaban fuera de mi alcance. En la cima encontré un lugar muy acogedor, cerrado, con todas las comodidades disponibles, incluso café con leche recién hecho. Entré a ese lugar, era gigante, un techo muy alto, paredes rojas como la sangre, pero iluminado por un ventanal gigante que dejaba entrar luz de una manera casi enceguecedora. Cuando mis ojos se adaptaron a esa luz, me acerqué al ventanal. Era muy grande realmente, abarcaba todo lo posiblemente visible en esos lares. Incluso si fijaba la vista al horizonte con atención, podía ver gente en otros países. Una experiencia muy loca.
Observé a la gente que hablaba, pero no podía oírla. Como se relacionaban entre ellos, de las maneras más diversas. Todo lo imaginable se veía desde allí, tanto bueno como malo, entre seres humanos.
Y entonces lo vi. Ladrillos, piedras envueltas en llamas siendo arrojadas por un ser que no era oscuro como mi monstruo, ni como el alma de los vampiros. Un ser lleno de escamas, con los huesos a flor de piel, de color naranja y ojeras prominentes alrededor de unas pestañas negras con filo. Sus ojos negros brillaban pero evidenciaban un fondo opaco, que al ver pensé "se puede pulir", en mi ceguera de encontrarle lo bello a las cosas. Sus alas estaban rasgadas. ¿Podría volar ese ser? Estaban machucadas, llenas de agujeros, y entumecidas. Pero al ser no parecía importarle, porque estaba muy ocupado arrojando esas piedras en llamas que caían en mujeres que habían perdido su alma. ¿Que cómo sabía yo eso? Desde el ventanal se veía todo...
El ser me pareció hasta simpático... hasta que lo vi sonreír.
Ese era el demonio. Era MI demonio. Arrojando piedras en llamas, ocupado entre la multitud de gente del infierno. Me quedé mirando esa sonrisa perfecta de dientes blancos, llena de lo que creí que era bondad y lujuria, que ahora se convertía en maldad y lujuria. La lujuria allí estaba, pero no con las ganas de envolverse en mis brazos, sino con ganas de envolver piernas de mujeres sin alma...
Miré mi espalda. Allí no había alas. Yo no era un ángel. No era lo que él me dijo que era. Tampoco vi alas de hada, como segunda instancia. Vi mi abrigo, mi capucha, y el café con leche sobre la mesa. Y me di cuenta de algo.
¿Qué hacía yo sola allí? ¿Por qué él no me acompañó en el laberinto? Yo había recorrido todo el camino, casi hasta la mitad, siguiendo sus instrucciones, pero ¿él dónde estaba? Me escapé un rato porque algo, un sentido más, me dijo que lo hiciera, que descansara, que respirara aire normal de nuevo por un rato. El monstruo estaba en mi casa en ese momento, pero con lo que había implantado en mi el día que le temí, lo oía en mi mente todo el tiempo y lo sentía cálido protegiéndome. Él me avisó, ¿por qué no le hice caso?
Fue cuando caí en la cuenta de que el demonio nunca había estado conmigo realmente. Que simplemente se dedicó a llenarme de palabras, vaya una a saber con qué objetivo. Sí, lo reconozco, no soy un ser humano normal, y él lo notó. No necesito ni quiero explicar qué es lo que me hace diferente, yo prefiero llamarme "humana con poderes". Pero él se dio cuenta de ello, decidió llamarme "ángel", y me enganchó en su red, y no sólo eso, sino que a mi me gustó.
Como ángel que era, era pura. No dejé que se alimentara de mi, aunque lo quise, pero lo único que puedo pensar hoy es... que si hubiera muerto mi cuerpo por él ese día, hoy habría muerto mi alma.
¿Por qué estás arrojando piedras en llamas y no estás conmigo recorriendo el laberinto? Ya sea para ganarle al Minotauro juntos, para festejar juntos la Copa de los Tres Magos, o para enfrentar lo que sea que hubiese al final, sea bueno o malo. Era porque vos sabías lo que había, y la dualidad se notaba en tus palabras, siempre lo dejaste en un trasfondo borroso. "No te quiero lastimar" me dijiste. Y lo hiciste, de la manera más extraña posible.
En fin. Recuerdo poco de cómo me fui de ese lugar. Sé que volví periódicamente, y dejé de avanzar tanto en el laberinto. Siempre recordaba el punto que había dejado lógicamente, pero cuando estaba en él, pensaba en que mientras yo estaba allí, en el laberinto del demonio, él estaba haciendo cosas innecesarias en vez de acompañarme. Yo lo hubiese dado todo por él. Incluso dí algo que no voy a recuperar: tiempo.
Con un escudo de obligaciones demoníacas, él siempre tuvo la excusa para no acompañarme en mi recorrido y para que yo no cuestionara nada. Y cuando llegó el día en el que me cansé de transitar sola, el demonio abrió sus alas, sus machucadas, entumecidas y rasgadas alas, y se fue a los tumbos, torpemente, pero volando al fin y al cabo. Ya no en su forma humana hermosa, sino en su forma de demonio, pero de triste demonio. No era un poderoso Diablo, sino los despojos de un demonio que intentaba por todos los medios parecer algo más grandioso. Ojalá hubiese visto que, con mis poderes, yo lo habría ayudado. Pero decidió arrojar piedras en llamas, y otras cosas que prefiero no decir.
Hoy, después de su partida, me siento vacía y triste. Lo que más me duele son las palabras y promesas que nunca se van a cumplir, y las cosas que le confié. Al contrario de lo que puede parecer, no me arrepiento de haberle dado mi tiempo. Fue un regalo, los regalos no se reclaman. Siempre fui fiel a mi, a mis principios, a mis poderes. Pobre monstruo, ¿cómo dudé de él? ¿Acaso por su aspecto intimidante? Me lo advirtió desde el primer segundo que apareció en mi casa. Tendría que oírlo más e incluso cumplir las promesas que ha hecho mi Yo del pasado, porque por algo las hizo.
Hoy, después de su partida, se lleva con él un par de alas blancas. Sospecho que se las cortó a alguien, y no entiendo por qué me duele la espalda en éste momento. Creo incluso que por eso puede volar, porque sus alas la verdad es que no prometían mucho. Lo que no sabe... es que yo, destruida, malherida, hecha trizas y en el peor de los estados, he volado más alto de lo que puede volar cualquier demonio. He caído en las profundidades más oscuras, he mirado todo antes desde las montañas más altas, y hoy en día, nada de lo que pueda hacer me puede lastimar realmente. Las heridas, sanadas por el monstruo, dejan una cicatriz negra pero hermosa, que cada vez que las mire me van a recordar lo que pasó, y no van a dejar que nadie las vuelva a abrir. Este halo negro no hace la cicatriz más débil y propensa a romperse en el mismo sitio, sino que la hacen más fuerte, y envuelven mi cuerpo de una nueva armadura, pero no como la de antes, no como la que se llevó el demonio, sino de una nueva, reforzada, más fuerte que el Adamantium y más suave que la seda.
Hoy, una súcubo amiga me contactó. El ser que nos controla hiló fino para que eso sucediera. Me trajo de regalo un expediente; súcubos y demonios se conocen, se manejan en los mismos ambientes, y, como los humanos, no todos se llevan bien entre ellos ni son amigos. En el expediente figuraba la historia de otra súcubo, que había sido amiga mía, pero ese detalle no es importante. Lo leí atentamente, desde mi ventanal en la montaña sin mirarlo, porque realmente ya no necesito mirar a través de vidrios mágicos; lo hago por una cuestión de aburrimiento más que nada, y de incertidumbre. Y me sorprendió a medias saber que en el laberinto del demonio se habían perdido otros seres. Ningún ser como yo, pero si muchas súcubos, demasiadas para mi gusto. Y una en particular, la que había sido amiga mía, de quien hablaba el informe del expediente que me había pasado mi actual amiga, estaba en el historial de pérdidas, de enredos, de heridas; había pasado por lo mismo que yo, con ligeras diferencias dadas nuestras naturalezas (súcubos y yo, somos muy diferentes, sólo nos une ser de sexo femenino). Los mismos laberintos, las mismas instrucciones, las mismas palabras, las mismas promesas, las mismas excusas, y las mismas piedras en llamas arrojadas a demás seres sin alma. Me sorprendió a medias porque yo ya lo sabía; mis poderes me lo habían dicho antes de que apareciese el monstruo a complementarme. Pero decidí no hacer caso, lo mismo que hice con el monstruo. Y allí estaba la confirmación, de que tengo que hacerle más caso a mis instintos superiores. Las cosas vienen a mi mente por algo.
Lo que sí me sorprendió fue ver que hizo lo mismo, la misma táctica, el mismo modus operandi. Y que probablemente, muy probablemente, yo iba a terminar como ella.
Así que concluyo que estoy sumamente agradecida de no haber llegado a ciertas instancias. Pero por algún motivo, quiero terminar de recorrer el laberinto, con mis reglas, y saliendo de él cuando me plazca. Un ángel y un demonio se cruzaron, y me pusieron en el seno de mi madre; era fácil hacerla creer que yo era su hija biológica, y que quien cree que es mi padre no lo dudara ni un segundo. Recibí la sangre de una humana, el amor y la energía de un humano, pero ya ven cual es el problema.
Nadie se mete con un néfilim. Lo que haga a partir de ahora, queda a cuenta y voluntad de lo que me dicte el ser interior. No necesito las alas que se llevó el demonio. Me crecieron unas mejores, que no se ven, que son capaces de amar y engañar como nadie lo hizo jamás. Ésto va a concluir en algo, sépanlo, y ya se los iré contando.
Mientras tanto, me entrego a los colmillos de los vampiros. ¿Por qué? Bueno, porque yo lo quiero así. Cuanto mas poder corra por mi sangre, más posible va a ser que detecte a esos demonios desgarbados y ladrones de ilusiones. Que los castigue y los dome.
Ya lo se todo. Ahora, empieza a avanzar la cinta.

viernes, 13 de noviembre de 2015

¿Y ves por qué?

¿Y?¿Ya ves por qué tenías que seguir recluida en tu coraza? ¿Ya ves por qué te dije que nunca más hicieras ciertas cosas? ¿No te dije, no me prometiste que no ibas a cometer los mismos errores?
Ok humana... te gustó, lo volviste a disfrutar mientras duró, y nuevamente se te escurrió lentamente entre los dedos, y estás viendo en este  momento cómo sigue saliendo el agua de tus manos. Era agua que se mostraba clara, pero que realmente no sabías de dónde venía. Hasta el agua más sucia se muestra clara en su superficie. Cuando aparecí en tu puerta, sabía que ésto iba a pasar. No te lo dije pero te lo dí a entender, por eso te miré tan fijamente, por eso te sonreí... aunque tengo que reconocer que para mis adentros también me divertía la situación, y mi sonrisa no siempre fue del todo buena.
Quisiste reconvertirlo, reconvertirte... humana con poderes... lo más fuerte y frágil que puede existir, dos antítesis en una misma persona, reencarnadas en un ser. Te miré con mis ojos grandes incluso cuando no me veías; allí estaba, aparecía en los momentos justos, ¿por qué pensas que lo hice? Ya te había acechado antes, desde rincones y entre las sombras, sin mostrarme evidente, desde esos lugares que no te pertenecían. Desde esa casa de familia, desde ese departamento ajeno, desde ese hogar compartido y repleto de tus ilusiones... siempre te miré desde las sombras y el anonimato, y ya ves, por algo lo hice.
Hoy me manifiesto. Me manifesté en tu puerta el otro día, entré, me puse en el rincón a mirarte, pero de manera evidente y alevosa. Quisiste hacer como que yo no estaba allí, me ignoraste, y he aquí el resultado de ello... pero no te preocupes, por eso te mostré al vampiro, porque los demonios evidentemente no van con vos. Yo lo se, confiá en mi.
Decidiste no hacerme caso, no escucharme ni mirarme. Y yo siempre estuve ahí, y no te quería lastimar, te quería proteger. Mis garras son afiladas, pero implantan en vos algo más que una posesión, como vos la llamas. Implantan el sentido del cuidado y la protección, el sentido del raciocinio, para que seas más escéptica. Llegué tarde, debería haber venido antes, pero estabas tan bien sola... creí que ya eras una humana independiente, que ya no me necesitarías.
Detrás de vos, mientras pensabas y pensabas a raíz del halo negro en mi cuerpo que era absorbido por el tuyo, mis manos se posaron en tu espalda, y te asustaste. Te hice esos masajes que nadie te hizo nunca. Respiré en tu cuello, y temiste. Viste mis garras rodear tu cara, y te paralizaste. Jamás viste mi amor absoluto en ello, y no me refiero al amor romántico, no, eso dejáselo a los débiles (como vos misma). Te quería cuidar, implantar lo que implanté en vos, y aparecí tan tarde que ahora obligatoriamente tenemos que esperar que esa semilla crezca y de sus frutos, mientras te hundís sumida en la depresión y la tristeza.
No hice nada bien... ni siquiera el vampiro te hace bien en este momento. Pero se que lo va a hacer, vos esperá, tranquila... no le des más de tu sangre a los demonios, controlate, y alimentá al ser que está ansioso de ella. De eso que escurre ahora en tus manos, que no es agua, ya no más. Tampoco es su pureza. Tampoco es del demonio. Lo que escurre por tus manos es tu propia sangre, una vez más. Yo te voy a proteger para que no te pase de nuevo.

martes, 10 de noviembre de 2015

De nuevo no puedo

¿Para qué seguir prendida a algo a través de lo cual el nuevo demonio no me va a mostrar nada? Me pongo contenta por un pedazo de piedra del infierno emergente, pero el ventanal me deja ver más allá de lo que todos imaginan, me permite mirar hacia donde nadie mira, incluso en tiempo real, sin necesidad de evocar al pasado. Y ahí está él, arrojando sus piedras en llamas hacia lugares donde me enerva que las arroje. ¿Y yo qué soy entonces? ¿Un ángel más? Bueno, soy humana, pero él se empecina en llamarme "ángel"; no sabe nada.
Éste ángel se cansó. Éste ángel se va a ocupar de entregarse a las garras de la criatura maligna que se acercó hace poco. No, no hablo del monstruo. Él se convirtió en mi mejor amigo, más que todos los hombres y mujeres del Universo. Hablo de una nueva criatura, inclasificable, de colmillos afilados y ojos de luna llena. Que juega con su presa, y la presa, que no es tonta, deja que juegue, pero no deja que sus dientes se claven en ella. Si lo sabré, si sabré a qué me refiero, si la presa soy yo.
Se que no puedo con ésto, hace unos días lo dudaba, creía que podría hacerlo, pero no. Mi monstruo, instalado en mi casa, en mis paredes, en mis sillas, en mi cama, en mi mente y en mi corazón, me poseyó, y yo hice lo mismo con él. Somos uno... Un ángel con un monstruo adentro, qué gracioso. Pero gracias a él se que la humana que soy, el hada interior, el ángel que se ve, no se ata a nada más. ¿El nuevo demonio podrá lidiar con eso? Yo creo que sí. Mientras voy a dejar que los colmillos de la criatura penetren lentamente en mi cuello, en esa posición que les encanta a ellos, desde atrás, como todo ser maligno.
El ventanal no quiere que me vaya. Es adictivo, quiere que siga mirando, espiando y siguiendo movimientos. Pero esos movimientos no me dicen nada. ¿Esa persona está siguiendo a aquella otra? ¿Le acaba de hablar? No escucho desde acá lo que dicen, menos lo que piensan. Y creo que nunca voy a tener el poder, los humanos somos así, por más ser que se nos meta en el cuerpo, jamás vamos a saber más que lo que nuestra integridad nos permita conocer, porque es física y mentalmente imposible. Sólo podemos manejarnos a través de deducciones y sacar conclusiones, que casi siempre son erradas, sí, pero que nos evitan el ahorcamiento con esa cuerda tan fina que también nos puede cortar el cuello y la garganta.
Necesito mi cuello íntegro, sino, ¿dónde va a clavar sus colmillos la criatura?
¿Piensan que es un vampiro? Permítanme reirme. Eso no existe. Pero si prefieren verlo de ese modo, véanlo de ese modo.
La nueva criatura, la llamaremos vampiro, es un ser que desde el momento número uno se mostró diabólico, maligno, seductor y hambriento. Toda su vida gira en torno a eso, es un ser traidor, es un ente del mal, del que sólo se puede hablar en modo presente. Si uno se dirige hacia allí, sabe obligadamente que va a terminar desangrado, o convertido en uno de ellos. La clara descripción de un vampiro, sólo que ésta criatura no es eterna.
El nuevo demonio, por otro lado, se acerca de manera seductora sí, pero no con la forma empedernida, sino más bien mostrándonos rosas de chocolate, liberando una bandada de palomas blancas al ritmo de la música de los violines y tapando todas nuestras heridas con sus manos. Se empeña en mostrarse como el mejor camino a seguir... obviamente no se trata de un demonio genuino tampoco; porque los demonios genuinos te muestran 100% lo que son sin dudas. Éste nuevo demonio al que me refiero deja lugar a las especulaciones. Y ahí es donde falla.
Quizá... deba dejar de pensar en los seres que me rodean, y empezar a pensar más en mi transformación; hada, ángel, poseída por un monstruo, pero humana al fin y al cabo... sólo humana.
Y tengo entendido que el humano puede llegar a más del 100% de lo que puede dar en todos los sentidos... ¿y si en realidad tengo que dejar de pensar y sólo sentir?
Todo sirve para algo... y tal vez mi psicóloga tenga razón. Hoy por hoy necesito las caricias del vampiro, porque el nuevo demonio sólo me trae dudas. ¿O el que me trae dudas es el monstruo que entró en mi casa? Ya no se nada...

lunes, 9 de noviembre de 2015

Revelación

No, la verdad es que esto no tiene nada que ver con el monstruo. Vengo a esconderme en este callejón por otra cosa.
Las necesidades corporales se convirtieron en una parte importante de mi vida, yo no se si producto de la edad, de la represión, del deseo, o de otras cosas que desconozco. Pero nunca me había pasado de llegar al punto límite en el que estoy ahora, en el que los números no me importan, las imágenes menos, y lo que más me interesa es estar presentable físicamente para disfrutar ese momento por completo sin estar pensando en qué ángulos tengo que adoptar para verme más favorable (o bella).
Ya no me importa lo que piensen, lo que pase, quizá sí, aclararía un par de tags; pero no por eso voy a dejar de actuar como me lo ordene mi naturaleza animal, esa parte de mi que se guía por los instintos, como le pasa a todo el mundo.
Como tema aparte puedo mencionar que también me di cuenta que mis intereses sentimentales se basan únicamente en la atención que reciba del otro. Cuanta más atención me de, más me enamoro; y viceversa. Y no por eso quiere decir que no lo quiera, pero sí que mi imaginación va a volar y se va a ir a límites insospechados por mi Yo del pasado.
Estoy hormonal, con calor, corriendo por el mundo como un animal en llamas. Nada puede pararme ahora. A continuación, en la próxima publicación, voy a dejar el primero de lo que espero sean muchos capítulos de una historia que nunca pasó... ¿o sí?

jueves, 5 de noviembre de 2015

Esperando

Bueno, hoy me trae un motivo diferente. Hoy me trae la dicha de sentirme completamente bien con mi parte psíquica.
Estamos de acuerdo en que nadie está loco ni es sano del todo. Pero en nuestro equilibro somos perfectos, y lo que me estoy dando cuenta, al mirar la historia, y ahora sonriendo al mirar la fecha, es que lo superé. Sí, lo superé.
Queda una sensación de querer, de apreciar, pero ya no más... sigo odiando a la Chiforímpula, pero la verdad es que es más por competencia de egos femeninos que por otra cosa. Lo miro a él... y no veo nada. Sólo veo al amigo más tierno que se pudo tener en la historia, y me gustaría que en toda mi vida mi destino se vea pegado al de él. Aunque bueno, eso ya es soñar demasiado; ¿desde cuándo la vida nos hace caso u obedece a nuestros deseos al pie de la letra?
Creo que las únicas esperanzas que me quedan son para demostrarme que yo puedo decir que no; y quizá un  poco de rencor, un poco de querer hacerle pasar aunque sea por una pequeña parte de lo que pasé yo. Y aun así lo quiero muchísimo.
Ahora me pregunto si es que realmente lo superé, es gracioso. Pero se que es así; las primeras veces solos en su casa me moría de ganas de arrojarme a sus brazos, besarlo, hacerle el amor desesperadamente. Ya las últimas no. Y eso que él demostró conmigo más ternura de la que había demostrado jamás...
En fin. Me alegra darme cuenta también de que tan importante no era; que todos los sentimientos que tenemos son hormonales y pasajeros, y que si algo nos hace mal y bien al mismo tiempo, tenemos que quedarnos con buenos recuerdos y nada más. Es decir, rechazar y decirle adiós al objeto.
Para mi caso ya es demasiado tarde para decirle adiós; se convirtió realmente en la persona más importante de mi vida, el mejor de los amigos, y no me arrepiento de nada, ni siquiera del tiempo "perdido", porque gané a alguien comparable a una mitad de mi, que sabe todo de mi y sabe exactamente qué hacer para que esté bien (y mal, pero espero que no use esos poderes de nuevo).
Pero aprendí que la próxima vez que me pase, debo decir adiós, que nadie vale la pena para sufrir tanto, y que siempre hay alguien más, siempre. Suena a "un clavo saca otro clavo", se ve así, es así, pero al mismo tiempo no lo es. Simplemente es que el amor de la vida único y verdadero no existe; estamos rodeados de muchas personas compatibles y nos seducen sólo quienes dejamos que lo hagan en los momentos determinados de nuestra existencia.
Hoy puedo decir que maduré. Y que quizás siga siendo celosa, siga haciéndome la cabeza y siendo asquerosamente tierna. Pero... no soy tan celosa, me hago la cabeza levemente y lo dejo, y mi ternura asquerosa no sobrepasa lo real.
Tómalo o déjalo. Puedo ser muy inmadura para muchas cosas, pero al mismo tiempo transité cosas que otros no, y hoy puedo decir que he amado con locura, he sido valiente, y he superado.
Ahora voy a dormir y voy a dejar de esperar por hoy. Sí, no tiene nada que ver con la etapa superada lo que espero; o tal vez un poco, porque gracias a él, ahora estoy acá, escribiendo lo que ven... pero con la diferencia de que ahora se con exactitud que los dolores duran y se extienden lo que uno deje; si podemos reconocer eso y cerrar las etapas cuando nos hieran, todo se nos va a hacer menos difícil.

martes, 3 de noviembre de 2015

Mi nuevo amigo

Yo se que quizá no esté bien, pero lo acogí en mi hogar como a un amigo que vive en otra ciudad y necesitaba dónde dormir. Sólo que, claro, él no duerme, sólo me mira con la sonrisa.
Nunca necesitó saltarme como un screamer. Me sedujo a fuerza de calidez en su frialdad, y masajes penetrantes en mi espalda. Ya no oculta su rostro, es casi bello, oscuro, de ojos grandes. Como una sombra negra pero sólido, y despide un halo, como un vapor negro como su piel, la cual brilla como si estuviese cubierta de brea. Claro, brea, algo que cuando se te pega es difícil de limpiar.
En mi casa tengo dos sillas. ¿Para qué quiero mas? Vivo sola. Bueno... ahora podría decirse que tengo un acompañante. Yo me siento al extremo de la mesa, me da lugar a eso, para hacerse la imagen de visitante, y no quitarme mi el papel de anfitriona. Pero extrañamente, tengo la sensación de que él es el dueño de todo.
Lo ha logrado. Con sus garras poseyó todo mi interior, incluso aun las siento. Clavó sus dedos en mi pecho, y como la brea, me contaminó por dentro, y no hay manera de limpiarlo. Pero me siento cómoda... supongo que todos los poseídos por algún ente sienten eso, que en realidad están bien; les da miedo al principio y no lo quieren aceptar, pero cuando sucede, el sentimiento de comodidad con uno mismo y con él es embargador.
Me pregunté para qué. Pero lo hice. Estoy incursionando en el mundo del espionaje de la víctima. Algo en mí me dice que no tendría que hacerlo, pero el monstruo y sus argumentos son muy convincentes y me liberan de toda culpa. Es fundamental averiguar, saber, sino ¿cómo se va a llevar a cabo el crimen? Así como así... no, por obvios motivos. No quiero ir presa de mi locura, quiero hacerlo bien. ¿O él quiere hacerlo bien? Acaso... ¿acaso ya somos uno?
No. No es así, obviamente estoy delirando. Él es él, y yo soy yo, pero no puedo dejar de admitir que la marca de sus garras marcó mi interior a fuego, a fuego frío, y sólo es cuestión de tiempo para que me convierta en uno de ellos o siga siendo yo, pero con ese mismo vapor oscuro recorriendo mi integridad y llevándome por los callejones más oscuros de la naturaleza humana.
Vi cosas. Bueno, gracias al monstruo las vi. Me lo dijo de muchas formas, y cuando decidí hacerle caso fue cuando empecé a dudar. Empecé a dudar de estar haciendo bien las cosas, de estar portándome bien de la manera en que me estaba manejando. Y sí, pero pareciera que mi deber en estos momentos, en esta época de la vida, a mi cuarto de siglo de edad, es tener dos caras, pero no como antítesis; que una acompañe a la otra, que una potencie a la otra, y que la visible salga bien parada para con los de afuera, y para mis adentros.
"No te expongas", me dice. Por desgracia ya me expuse demasiado. Pero de cierta manera, encuentro eso favorable para llevar a cabo el crimen cuando sea meritorio. Nadie sospecharía, y menos aun la víctima.
Encontré lo que buscaba. Quizá debería haber dejado que mi interior, parecido a un hada, siga teniendo el control de la situación, pero el monstruo convierte las cosas malas en tentadoras, los sentimientos malos en acciones que me endurecen, y los comentarios más simples (aunque no se si presa de la posesión o de verdad, pero en este momento no me parecen simples) me hacen pensar en traición, engaño, cosas ocultas, vergüenza, miedo y dolor. Y sólo me dan ganas de impartir sufrimiento y despreocupación.
Destrato. Así es como se mantienen a los pies las víctimas. Ellas solas lo hacen. Monstruo, dejá de mirarme tan fijo con tu sonrisa, es muy seductora. Creo que no sos tan malo, al fin y al cabo, lo que querés es que mate a un demonio.
¿Y qué pasa si yo me convierto en demonio? Tus garras negras, las heridas internas, el aura negra que me poseee, podrían dar lugar a una transformación. Un demonio exterior no creo que venga, me pusiste un escudo y te pertenezco. Pero... eso no me libera de transformarme espontáneamente.
Ojalá entendiera algo en serio. Pero no. Sólo se que me estoy enfriando para con la víctima, y que creo que eso es lo que el monstruo quería. Y el hada que yo tengo adentro también, tal vez no de la misma forma, no por el mismo camino, pero quería llegar al mismo fin. Sólo que el monstruo va un poco más allá, y me exige un asesinato, que el hada no va a poder ver.
Una venda en los ojos. La solución. Pero, ¿es mi solución? Ya no se nada realmente.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Soy yo

Yo soy la que se esta carcomiendo la cabeza ahora, ¿no es más fácil preguntar? No, definitivamente no, porque no quiero ser como era antes. Tengo el vómito mental recorriendo de arriba a abajo mi esófago y mi cerebro, y mi lucha principal en este momento es que no salga. Quién hubiera imaginado que me iba a convertir en esta caldera de sentimientos en tan solo un mes y pico.
Estoy rasgándome la piel en mi imaginación, para sentir y ocupar mi cerebro en otra cosa. Pero no puedo evitarlo, vuelve a mi, y vuelve. Cuando creí que ya me había amigado con la sombra, ataca directo a mi cuello desde atrás. Pero a diferencia de otras cosas, esto no me da placer.
Quiero dejar de pensar. Éste es el momento al que no quería llegar. Querer llorar por culpa de alguien que no sabe que estoy llorando por él, que no tiene absolutamente ninguna culpa de que esto me esté sucediendo. No puedo soportarlo, el veneno ya fue inyectado, y tengo que alejarme para depurar rápidamente.
No creí que me fuera a pasar esto. Estaba orgullosa de lo que había logrado conmigo. Pero quizá, él apareció demasiado rápido, quizá no era el momento justo para que me entregara a los sentimientos. Ya es tarde creo, como siempre, con la diferencia de que en este caso yo quería justamente que se hiciese tarde, porque no contaba con que el monstruo iba a volver a hacerme una visita. Sinceramente escribo y escribo y nada me consuela, nada me hace cambiar el enfoque, sino que me agarra un alivio repentino pero efímero. Así como vuelvo a la fuente, el monstruo vuelve a morder, ya tengo el cuello todo picado como si me hubiese metido a una guarida de vampiros. Pero estos dientes no me dan la vida eterna, me la acortan, y no me privan de sentimientos, me los enaltecen al punto del peligro público.
Quizá me va a hacer bien no verlo un tiempo. Necesito que se presente algo que me haga cambiar realmente el punto de vista de las cosas, porque yo se que esto que me está pasando no hubiese estado en mi esencia si no hubiese sido por lo que sucedió hace años, el encuentro con el peor de los demonios más siniestros que, como veo, marcó mi vida para siempre. Tal vez fue tan fuerte que quedó implantado, tatuado en mi esencia. Pero los implantes se sacan, los tatuajes se borran, y las cicatrices lamentablemente quedan... no contaba con eso.
Lo único que espero es que alguien aparezca con una crema para borrar cicatrices bajo el brazo. No es justo nada, ni pensar que toda la gente va a ser igual a mi, ni pensar que todos van a ser como el demonio. Tengo que aceptar puntos intermedios; pero sobre todo, confiar. Confiar en que todo es verdad. No importa si no lo es, pero que si me enterara, que fuera con cosas concretas sería lo ideal, y no por conversaciones amigables o comentarios de amigos que vaya uno a saber a qué se refieren realmente. Uno no puede saber todo, tengo que aceptarlo.
Puede ser que el monstruo esté aquí para que yo aprenda eso, y en ese caso no sería tan malo. Es algo que duele, es algo que hay que superar, pero al fin y al cabo... si lo llego a sortear, voy a ser muchísimo más fuerte y voy a estar sumamente apta para atravesar esta vida.
Ahora me doy cuenta de que si sigo por donde estoy yendo, sin intentar superarlo, voy a ser la misma que era antes, incluso ya lo soy. Por suerte están las ansias de cambio, y ese es el primer paso para un futuro feliz.
Hablemos del nuevo demonio. ¿Qué motivos tendría yo para desconfiar? La noche es su fiel amiga. Lo rodean demonios hembra. No se mucho de su vida en el infierno. Sé que de entre todos sus amigos demonios, él es el más centrado; los demás hacen honor y uso de su nombre.
¿Qué motivos tendría yo para confiar? Palabras. Desvelos. Recolecciones de almas de manera apurada para poder dirigirse a adorar la mía. El control que ejerce sobre su cuerpo rojo, marcado por las letras de grimorios, para cuidar de mi parte angelical. No, no soy un ángel, nadie lo es. Pero comparada con él, estoy cerca de serlo. El uso de su voz como caricia y de sus manos como exploradoras limitadas por mis fieras, que, aunque hambrientas, aun quieren estar seguras de no arrepentirse de comer de esa presa. No quieren comer, quieren alimentarse.
Creo que hay mas motivos para confiar que para desconfiar. Nuevamente, escribirlo me ayuda a tranquilizarme. Todavía falta una medida, pero puedo esquivarla de alguna manera, todavía no se cómo, pero la voy a hallar.
Y mientras... aquí sigue el monstruo. Sentado al lado de mi, mirándome. Ya no es tan horrible. Le veo la sonrisa y hasta me parece bello. Quizá dependa de cómo lo mire, de como lo vea. Sigue siendo un monstruo, pero, ¿quién dijo que todos los monstruos tienen que ser malvados?

No se si puedo con esto

Trato de pensar en otras cosas. Agarro mi libro de apuntes de Patología General, sabiendo que debo promocionar la materia y sacármela de encima después de seis años. Pongo la guitarra arriba de la cama, no la se tocar, pero le da un aire despreocupado y acogedor a mi mundo; pongo música alegre en mi cerebro, hablo con mi mejor amigo, y sí, hablo, porque él no me contesta. Me pongo a editar fotos, ya que anoche estuve haciendo intentos de maquillaje artístico y lo que comenzó como Harley Quinn, acabó como La Catrina, ya que quería hacer algo que me mantuviera ocupada por tiempo indeterminado y esa "máscara" ameritaba más elaboración.
Excusas, excusas y más excusas. La realidad es que apareció el monstruo. El otro día lo visualicé, me di cuenta que me estaba acechando desde el borde de la puerta. No había entrado nunca, no lo vi venir. Yo supongo que al decidir ignorarlo, él encontró manera de entrar a mi casa y acecharme desde un rincón. Tenía tantas cosas en las que pensar que realmente no me di cuenta de que allí estaba, con los ojos fijos en mi, casi dos días seguidos agazapado observándome, incluso cuando dormía. Tampoco me fijé que, en su negra integridad, asomaba una sonrisa, de la que nunca voy a saber si emanaba emoción o maldad pura. Tampoco lo veo ahora, pero se que está sonriendo, simplemente lo percibo. Lo percibo porque está detrás de mi, en este momento, intentando envolverme con sus garras negras y su halo de oscuridad. Me está agarrando la cabeza, acariciándome suave y fuertemente el pelo, y con la punta de los dedos llega a tocarme la cara; es frío, pero cálido al mismo tiempo, ya que me está invadiendo un sentimiento de confirmación de algo que no quería, no podía aceptar. Se lo que esta intentando hacer. Quiere abrazarme, pero algo en mi no lo deja. Todavía aparece un escudo protector, pero tengo que estar pensando constantemente en él para que no me abandone, no puedo distraerme con otra cosa, y cualquiera de las actividades que podría ponerme hacer, incluso estudiar, bajarían mi guardia y dejarían el camino libre para el abrazo repentino, pero ya no desde atrás, sino de frente, de golpe, como un screamer sonriente de dudosas intenciones que podría poseerme por tiempo indefinido. Ya se que lo que hace tiene dos caras. Apareció, lo cual indica que algo bueno me está pasando. Pero... apareció, y eso principalmente inyecta en mi un veneno muy potente que puede matarme a mi y a cualquiera que esté muy cerca. Claramente es un veneno emocional, y es muy malo, lo puedo asegurar, porque ese monstruo ya ha acechado a mis puertas, ya me ha mirado desde rincones, ya ha poseído mi cuerpo y ya me ha hecho dejar marcas imborrables en la piel de las víctimas...
Espero que esta vez no llegue tan lejos. Espero que esta vez se detenga en donde debe. Él sabe que tiene control sobre mi, que me puede invadir de a poco desde el centro mismo de mi corazón y mi mente, y que puede anular cualquier sentimiento o razonamiento, y enaltecer otro a grados obsesivos, paranoicos y psicóticos. Pero si tengo suerte, ya me tomó cariño, y se va a limitar a convertirse en un fiel amigo que me va a señalar allí a donde mi barco deba dirigirse de aquí en más.

Lectura de cuentos

¡Buen martes! Hoy quiero dejarles dos enlaces; son la primera y la segunda parte de un vivo en el que estuve el 31 de Octubre junto a los es...