viernes, 15 de abril de 2016

Otra vez no puedo, esto es definitivo.

El monstruo siempre fue parte de mí, eso lo admito. Pero no sabía que me iba a suceder esto de nuevo.
Tomó entidad propia otra vez. Se separó de mi cuerpo, de mi alma, pero se mantuvo agarrado a mi corazón, para poder apretar y estrujar en los momentos en los que mi instinto me advierte sobre actitudes de esos súcubos, que son ciertamente encaminados hacia lo que yo estoy segura que sucede. ¿Por qué tengo tanta seguridad? No soy un súcubo, pero conozco muchos, y se como funcionan sus mentes. Yo misma me comporté una vez como uno recién nacido; pero yo no pertenezco a esa clase de seres, eso ha quedado más que claro.
Yo no creía en Dios. Pero si yo era en parte ángel, debería haberme dado cuenta de que había alguien en parte Dios. Porque por descarte, y paradójicamente, todo es posible. Entiéndase como sea...
Cuando divisé a ese súcubo, mi monstruo se hizo presente de una manera violenta y repentina. Tan violenta y repentina como la aparición de ese ser; ¿acaso el hecho de mi aparición hizo que ella comenzara a marcar graffittis sangrientos en las paredes del Purgatorio? ¿Eso hizo que ella quisiera llamar la atención desde ese extraño lugar? En el infierno no está; se merece la gracia del perdón (aunque yo no comparto, no soy Dios para decidirlo). Por eso se encontraba en el Purgatorio; verme pasar en un vuelo limpio la desesperó, la obligó a arrancar sus cabellos e invocar como sea el perdón de su Creador. Ese mismo frente al que me arrodillo hoy en día, que no fue el que me creó a mi, pero que me puede modificar y convertir en una versión mejorada.
Sí, hay muchos Creadores, eso está de más decirlo. Pero particularmente el que me interesa, está marcado por las garras de una bestia: el súcubo del Purgatorio. Que allí está. Otra vez muros, qué gracioso y triste a la vez. Veo la sangre; se arranca pedazos de integridad para manchar las paredes, para escribirlas, para tapar mi rastro y llamar la atención máxima. Cuenta con el secreto de sus plegarias que nunca podré oír, y a través de las cuales puede decir lo inimaginable, por lo menos por mí. Y la peor parte es la incertidumbre que poseo, de no saber si Dios es capaz de ver eso, o si realmente apuesta por mí como el nuevo ángel responsable de la salvación de un mundo que, ciertamente, tiene bastante controlado.
No estoy bien con la idea. El monstruo me dice que huya. Tiene la sonrisa a medias, no como aquella vez en el rincón de mi casa. Ahora, pegado a mí, sosteniéndose de mi bomba sanguínea, lo veo inseguro. No sabe si hacer que me quede y lo haga de nuevo, o me vaya.
¿Que haga de nuevo qué? Pues... a esta altura, luego de haber hecho padecer a mis víctimas, creo que si me quedo la víctima voy a ser yo.

Lectura de cuentos

¡Buen martes! Hoy quiero dejarles dos enlaces; son la primera y la segunda parte de un vivo en el que estuve el 31 de Octubre junto a los es...