martes, 3 de mayo de 2016

Tigre

Lamentablemente tuve que nacer humana. Anhelo que mi "alma" haya caído en otro ser, otro mundo, con otros valores, reglas, vivencias, con total desconocimiento de lo que este mundo es, y despreocupada por no saberlo jamás. Una criatura, un dios, un ser extraordinario (todo esto, claro, desde el punto de vista y descripción de un humano, para más ya no me da la cabeza, somos muy básicos), pero en cualquier otro lugar del universo.
A mí me tocó ser humana. Esa cosa que se cree superior por poder pensar y por tener la capacidad de destruir todo. Somos una máquina del mal, algunos pocos enfocan ese potencial en la creación de algo, y en la mayor parte de los casos, ese algo es para destruir. Incluso personas incluidas en la franja de la media poblacional podemos destruir. 
Otro defecto humano es la necesidad de tener en quién apoyar nuestros sentimientos. Lo veo claramente en las madres; cuando yo manifiesto que no quiero tener hijos, acotan con la típica frase "pero TENES que tener hijos, es lo único que va a ser tuyo para toda la vida". ¿Y para qué quiero algo mío para toda la vida? El hijo no se ata, lo acompañamos en su crecimiento para que sea un ser libre y vuele; con tener hijos estamos simplemente procreando como los animales que somos, para que no se extinga la especie, pero ojo, no me parece mal. Al contrario, me alegra que mucha gente lo siga haciendo. Pero sólo pido un poco de respeto con mi posición ante el tema. No todos queremos o pretendemos lo mismo de la vida. O mejor dicho, sí, pero no de la misma forma.
Y recaigo en el tema al que apuntaba. Enamorarse y amor. Dos cosas que van de la mano y que hasta el humano promedio más herido recibiría de brazos abiertos. Porque lamentablemente nacimos con la estúpida necesidad de apoyarnos en alguien, de querer ser 100% nosotros mismos con alguien. Queremos amar, enamorarnos, que se enamoren de nosotros y nos amen. Aunque seamos antisociales y lo neguemos, la necesidad está ahí, latente, todo el tiempo. Nos condiciona el día a día; uno se cree un ser independiente que sólo se preocupa por el trabajo (por dar un ejemplo), y de repente aparece un amor y nos cambia el mundo, el escenario. El humor, el modo de ver las cosas. Si estamos bien o mal, todo se debe a eso. Y cuando nos damos cuenta que la otra persona no siente lo mismo, se nos destroza el alma.
Yo particularmente debo ponerme la máscara de nuevo. La armadura. De tanto romperla, ya tiene grietas irreparables. Ni Dios ni el Diablo; nadie puede cambiar esto. Porque la realidad más dura es que, tengamos la necesidad de amor y enamoramiento correspondidos que tengamos, nacemos y morimos solos, y eso nada ni nadie lo va a cambiar. El día que evolucionemos y nuestro cerebro incorpore eso de manera permanente, naturalizada, ahí va a ser cuando podamos comportarnos como tigres realmente. 
Hoy, somos sólo pingüinos pretendiendo ser tigres, que encuentran más humanos que nos hacen actuar como leones. Y para el aspecto del que estoy hablando, eso es algo terrible.

Lectura de cuentos

¡Buen martes! Hoy quiero dejarles dos enlaces; son la primera y la segunda parte de un vivo en el que estuve el 31 de Octubre junto a los es...